Bailar es mi pasión..
En la vida nos viven ocurriendo sucesos que nos inspiran, revelaciones que animan los deseos por conquistar lo que anhelamos, en algún momento, nos hemos motivado por algo externo, hay situaciones que nos despiertan para la vida.
A mí me pasó siendo muy joven, viendo la película Karate Kid, quería tener un maestro como el Sr. Miyagi, ansiaba practicar algún deporte mientras bailaba y lograr bailar tan bien que marcara a mi generación.
Recuerdo haber impulsado a mis amigas para inscribirnos en un gimnasio, las convencí a todas, a los meses, me retiré, nunca hice la famosa vuelta, ni fui tan rápida.
Lamentablemente, olvidamos que cada cosa por aprender requiere de tiempo, la ansiedad por obtener resultados rápidos termina frustrando aspiraciones, el dominio de una especialidad tiene su proceso.
Por ahí leí que, la paciencia es un árbol de raíz amarga, pero de frutos dulces, encerar, limpiar, encerar, limpiar, aun recuerdo ese inusual método de enseñanza del maestro Miyagi.
El alumno obstinado tenía que pulir una hilera de carros, allí se revelaba el arte de la serenidad a través de un ejercicio tedioso.
Hace algunos años, me presentaron a una campeona de Bailoterapia, ex bailarina del ballet de Venevision y ahora atleta de alto rango, impacta cuando la ves, su musculatura no es proporcional a su dulce voz.
Recuerdo nuestro primer encuentro, me dio un haragán, un trapo y me mandó a limpiar el lugar de entrenamiento, el ego se me puso chiquito, estaba histérica, yo quería bailar como las demás.
A los años, entendí que la verdadera fuerza nace con la paciencia, cada vez que tenía que coletear era una invitación al orden y a la concentración.
Los trabajos pesados no son con las barras olímpicas me dijo, tienes que probar tu temple en situaciones fastidiosas, ese haragan es tu pareja de baile, pasalo por todo el salón al ritmo de la música.
Hoy cuando quiero tirar la toalla, estoy cansada, me duelen las rodillas y pienso que empezar desde cero es ingrato y más cuando tenía un nivel avanzado, recuerdo que todavía tengo que agarrar el haragán y tener paciencia...
Belkys
A mí me pasó siendo muy joven, viendo la película Karate Kid, quería tener un maestro como el Sr. Miyagi, ansiaba practicar algún deporte mientras bailaba y lograr bailar tan bien que marcara a mi generación.
Recuerdo haber impulsado a mis amigas para inscribirnos en un gimnasio, las convencí a todas, a los meses, me retiré, nunca hice la famosa vuelta, ni fui tan rápida.
Lamentablemente, olvidamos que cada cosa por aprender requiere de tiempo, la ansiedad por obtener resultados rápidos termina frustrando aspiraciones, el dominio de una especialidad tiene su proceso.
Por ahí leí que, la paciencia es un árbol de raíz amarga, pero de frutos dulces, encerar, limpiar, encerar, limpiar, aun recuerdo ese inusual método de enseñanza del maestro Miyagi.
El alumno obstinado tenía que pulir una hilera de carros, allí se revelaba el arte de la serenidad a través de un ejercicio tedioso.
Hace algunos años, me presentaron a una campeona de Bailoterapia, ex bailarina del ballet de Venevision y ahora atleta de alto rango, impacta cuando la ves, su musculatura no es proporcional a su dulce voz.
Recuerdo nuestro primer encuentro, me dio un haragán, un trapo y me mandó a limpiar el lugar de entrenamiento, el ego se me puso chiquito, estaba histérica, yo quería bailar como las demás.
A los años, entendí que la verdadera fuerza nace con la paciencia, cada vez que tenía que coletear era una invitación al orden y a la concentración.
Los trabajos pesados no son con las barras olímpicas me dijo, tienes que probar tu temple en situaciones fastidiosas, ese haragan es tu pareja de baile, pasalo por todo el salón al ritmo de la música.
Hoy cuando quiero tirar la toalla, estoy cansada, me duelen las rodillas y pienso que empezar desde cero es ingrato y más cuando tenía un nivel avanzado, recuerdo que todavía tengo que agarrar el haragán y tener paciencia...
Belkys
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