Navidad...

Regresé un poco tarde a la casa, todos ya dormían, abrí la nevera para tomar un poco de agua y noté lo poco que teníamos para pasar estos dias, mi mirada se detuvo en el calendario.

Parece mentira que ya estamos en navidad me dije con tono recriminatorio, nunca la palabra navidad había sonado tan seca y vacía como ahora, eran tiempos muy dificiles.

Por primera vez no tendríamos una buena cena con toda la familia ni haríamos nuestro acostumbrado intercambio de regalos, ni siquiera tendríamos la posibilidad de pintar la casa o hacer algunas reparaciones, tan necesarias.

Al cruzar por la sala, noté sobre la mesa central el viejo pesebre de porcelana, ni me había percatado pero había un gesto de júbilo en las pequeñas figuras de porcelana que conformaban la escena.

Allí estaban María y José, al lado del Niño Jesús, el artesano había plasmado en ellos una mezcla de gozo, en la parte alta, dos ángeles tenían sus bocas abiertas en expresión de alabanza y adoración.

Abajo estaban los pastores, sus rostros mostraban alegría desbordante y más allá, todavía en camino a Belén, los Reyes Magos reflejaban la alegría expectante de quienes se van a encontrar con un rey.

Hasta los animales del establo se veían felices, se respiraba gozo en aquellas figuras de porcelana, en contraste con el pesimismo que embargaba mi corazón.

Para los protagonistas de la Navidad no fueron aquellos mejores tiempos que los míos, había escasez, inseguridad, malos tratos de parte de las autoridades y a pesar de eso sonreían.

Fue entonces cuando comprendí que el pesebre era el símbolo más perfecto de lo que significa el gozo de la Navidad, la pobreza de aquel establo, en lugar de traer depresión, fue el escenario donde estallo la alegria y el gozo.

Los ángeles no vieron a una pobre mujer dando a luz a un niño en condiciones casi infrahumanas, vieron a Dios mismo, hecho hombre, los pastores no vieron sólo un niño acostado en un pesebre sino al Salvador.

Los magos no vieron a un bebé corriendo peligro, vieron al verdadero rey, reconocí que mi tristeza surgía de ver mis circunstancias, de ver lo que no tenía en lugar de ver lo que ya tenía, vida, salud, familia, hogar y fuerzas para seguir adelante.

Concluí que tenía poderosas razones para estar feliz y no permitiré que el pesebre de mis necesidades, de mis problemas y circunstancias me roben ese gozo.

En lugar de unirme al coro depresivo de los que se quejan, me uniré al coro de ángeles que celebran, cuando me preguntaron como me fue, respondi muy bien hoy recuperé el gozo de la navidad.

Que Dios permita que, a pesar de las viscisitudes, puedan compartir con sus seres queridos y vivir a plenitud el verdadero significado de la Navidad...
Belkys 


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