Recordando a la indigente...

Una mañana levanté mis ojos al cielo y un ramillete de majestuosas nubes blanca me dio la bienvenida, al fondo un azul profundo, resaltaban su belleza, completaba aquella obra maestra de la creación.

Un fulgurante sol, que se abría paso entre las nubes, anunciando el nuevo día, allí estaba Dios, una inmensa paz espiritual lleno mi cuerpo, mi corazón se inundó de felicidad y mi alma sintió la presencia de Dios y pude entender entonces, el mensaje de la indigente.

Dios está en todas partes; pero también dentro de nosotros, el se manifiesta de muchas formas, una de ellas, es cuando compartimos lo que tenemos con los más necesitados.

Todas las mañanas sigo tomando el café en el jardín, disfruto la belleza de la naturaleza y recargo mi espíritu de energías positivas, aquella misterioso mujer, no ha vuelto a pasar, para mí; fue un milagro que me cambió la vida para siempre.

Pido a Dios para que ese milagro se multiplique en los hogares de todo el mundo y nos acerquemos más a la vida, en estos momentos que tanta falta nos hace, para enfrentar la crisis y la pandemia...
Belkys 



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