La telaraña en la puerta...
Dicen que una vez un hombre era perseguido por varios malhechores que querían atracarlo, el hombre entró en una cueva.
Los malhechores empezaron a buscarlo por las cuevas anteriores a la que él se encontraba, con tal desesperación elevó una oración al Creador:
Dios Todopoderoso, haz que tus ángeles bajen y tapen la entrada, para que no entren a matarme, en ese momento escuchó a los hombres acercarse a la cueva en la que él se encontraba y vio que apareció una arañita.
La arañita empezó a tejer una telaraña en la entrada, el hombre volvió a elevar otra plegaria, esta vez más angustiado: Señor te pedí ángeles, no una araña.
Y continuó: Señor por favor, con tu mano poderosa coloca un muro fuerte en la entrada para que los hombres no puedan entrar a matarme.
Abrió los ojos esperando ver el muro tapando la entrada y observó a la arañita tejiendo la telaraña, estaban ya los malhechores entrando en la cueva anterior.
El hombre se quedó esperando su muerte, cuando los malhechores estuvieron frente a la cueva, ya la arañita había tapado toda la entrada, entonces se escuchó esta conversación:
Entremos en esta cueva, no, no hace falta, mira, hay una telaraña, es imposible que haya podido entrar en esta cueva sin romperla, sigamos buscando en las otras.
A veces pedimos cosas que desde nuestra perspectiva humana son lo que necesitamos, pero Dios nos da aquellas pequeñas cosas que se pueden volver grandes.
A veces pedimos muros para estar seguros, pero Dios en cambio nos pide confianza, para dejar que su poder se manifieste y haga que algo como una telaraña nos de la misma protección que una muralla.
Si has pedido un muro y no ves más que una telaraña, recuerda que Dios sabe lo que realmente necesitamos, confía y permite que se haga su voluntad y no la tuya...
Belkys
Los malhechores empezaron a buscarlo por las cuevas anteriores a la que él se encontraba, con tal desesperación elevó una oración al Creador:
Dios Todopoderoso, haz que tus ángeles bajen y tapen la entrada, para que no entren a matarme, en ese momento escuchó a los hombres acercarse a la cueva en la que él se encontraba y vio que apareció una arañita.
La arañita empezó a tejer una telaraña en la entrada, el hombre volvió a elevar otra plegaria, esta vez más angustiado: Señor te pedí ángeles, no una araña.
Y continuó: Señor por favor, con tu mano poderosa coloca un muro fuerte en la entrada para que los hombres no puedan entrar a matarme.
Abrió los ojos esperando ver el muro tapando la entrada y observó a la arañita tejiendo la telaraña, estaban ya los malhechores entrando en la cueva anterior.
El hombre se quedó esperando su muerte, cuando los malhechores estuvieron frente a la cueva, ya la arañita había tapado toda la entrada, entonces se escuchó esta conversación:
Entremos en esta cueva, no, no hace falta, mira, hay una telaraña, es imposible que haya podido entrar en esta cueva sin romperla, sigamos buscando en las otras.
A veces pedimos cosas que desde nuestra perspectiva humana son lo que necesitamos, pero Dios nos da aquellas pequeñas cosas que se pueden volver grandes.
A veces pedimos muros para estar seguros, pero Dios en cambio nos pide confianza, para dejar que su poder se manifieste y haga que algo como una telaraña nos de la misma protección que una muralla.
Si has pedido un muro y no ves más que una telaraña, recuerda que Dios sabe lo que realmente necesitamos, confía y permite que se haga su voluntad y no la tuya...
Belkys
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