Buena o mala suerte...
Un día, al hijo de un granjero anciano se le escapó el único caballo que tenían, cuando los vecinos se enteraron, acudieron a su casa para solidarizarse y le dijeron.
Oye, qué desgracia, qué mala suerte, a lo que el anciano contestó sin inmutarse: Puede ser.
Al día siguiente, el caballo volvió al establo y trajo consigo siete caballos salvajes que le siguieron desde la montaña, esto convertía ahora al anciano en el hombre más rico del pueblo.
Todos los vecinos lo visitaron y le dijeron: Oye, qué buena suerte, a lo que el anciano respondió: Puede ser.
Al día siguiente, el hijo del anciano, que era el que le ayudaba con todas sus actividades, se cayó y se rompió una pierna mientras intentaba domar a uno de estos caballos salvajes.
Esta situación podía ser un obstáculo, pues se acercaba el invierno y sin el hijo, el anciano tendría grandes problemas.
Los vecinos fueron a ver al anciano de nuevo y le dijeron: Qué desgracia, qué mala suerte, ahora tienes los caballos pero no tienes la ayuda de tu hijo, es algo terrible y el granjero anciano les dijo: Tal vez.
Al día siguiente, llegó el ejército al pueblo para reclutar a todos los jóvenes para una guerra prácticamente suicida, pero al hijo del anciano no lo reclutaron porque tenía una pierna rota, así que se quedó a salvo en casa.
Todos los vecinos volvieron a ver al anciano y le dijeron: Oye, qué bien, qué buena suerte, ami hijo lo han reclutado y al tuyo no y el anciano les contestó de nuevo: Tal vez.
Moraleja: Como habrás podido comprobar las cosas malas que le ocurrieron al granjero le llevaron a la mejor noticia: Su hijo no fue a la guerra.
Por eso, no hay que desesperarse cuando nos llega una mala noticia, nunca podemos saber las consecuencias de un golpe de mala o buena suerte.
Solo hay que seguir contemplando el presente sin aventurarse a sufrir el futuro antes de que se produzca...
Belkys
Oye, qué desgracia, qué mala suerte, a lo que el anciano contestó sin inmutarse: Puede ser.
Al día siguiente, el caballo volvió al establo y trajo consigo siete caballos salvajes que le siguieron desde la montaña, esto convertía ahora al anciano en el hombre más rico del pueblo.
Todos los vecinos lo visitaron y le dijeron: Oye, qué buena suerte, a lo que el anciano respondió: Puede ser.
Al día siguiente, el hijo del anciano, que era el que le ayudaba con todas sus actividades, se cayó y se rompió una pierna mientras intentaba domar a uno de estos caballos salvajes.
Esta situación podía ser un obstáculo, pues se acercaba el invierno y sin el hijo, el anciano tendría grandes problemas.
Los vecinos fueron a ver al anciano de nuevo y le dijeron: Qué desgracia, qué mala suerte, ahora tienes los caballos pero no tienes la ayuda de tu hijo, es algo terrible y el granjero anciano les dijo: Tal vez.
Al día siguiente, llegó el ejército al pueblo para reclutar a todos los jóvenes para una guerra prácticamente suicida, pero al hijo del anciano no lo reclutaron porque tenía una pierna rota, así que se quedó a salvo en casa.
Todos los vecinos volvieron a ver al anciano y le dijeron: Oye, qué bien, qué buena suerte, ami hijo lo han reclutado y al tuyo no y el anciano les contestó de nuevo: Tal vez.
Moraleja: Como habrás podido comprobar las cosas malas que le ocurrieron al granjero le llevaron a la mejor noticia: Su hijo no fue a la guerra.
Por eso, no hay que desesperarse cuando nos llega una mala noticia, nunca podemos saber las consecuencias de un golpe de mala o buena suerte.
Solo hay que seguir contemplando el presente sin aventurarse a sufrir el futuro antes de que se produzca...
Belkys
Excelente reflexión ������
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