El valor de las cosas...

Días atrás, después de una mala noche por el racionamiento eléctrico, todavía, con las gotas de sudor surcando la frente, me senté en el jardín a tomar el café matinal.

Con el mal humor a flor de piel, fije la mirada en una vieja mata de Cayena, que se resistía a morir ante la escasez de agua.

Como un acto de rebeldía, de una de sus ramas asomaba una hermosa flor roja, llena de vida y rozagante de belleza, me llamó la atención, pero no me impresionó.

Estaba absorto pensando en la terrible situación del país, cuando sentí una voz que decía: Señora, tiene algo para comer, levanté la mirada y era una indigente con una bolsa negra en el hombro, no, no tengo, le contesté.

Muchas gracias y siguió su camino, luego reaccioné y me dije: pero por lo menos, puedo regalarle una taza de café que me queda la llamé y la invité a sentarse.

Cuando le estaba sirviendo el café, sin saber por qué, decidí regalarle unos mangos, al ver la taza de cafe y la bolsita de mango, sorprendida preguntó y esto señora, es para ti, todos los días caen algunos mangos.

Sus ojos se iluminaron de alegría, una sonrisa apareció en su rostro y su gran emoción se desbordó en un mar de lagrimas.

Señora, tengo dos días sin comer y muchos meses que no pruebo un café, disfrútalo le contesté y me senté a su lado.

Mientras observaba aquella mujer, que a pesar del hambre, bebia muy despacio su cafe, para alargar el momento de placer, sentí una profunda satisfacción y entendí lo relativo del valor las cosas...
Belkys



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